JUNGLA
Desconocidas las calles.
Calles de apasionado ocaso,
de ingenuas risas,
de insomne albedrío.
Hoy son castigo
cuál túnel sin regreso.
Hoy, en las calles,
el ocaso es opaco.
Frondosa cortina de humo.
Hoy, en las calles.
La risa transparente es ahora
desesperado disparo.
Y el albedrío,
un recuerdo añorado.
Ángeles Rivero
1° Año Polimodal
Instituto Divino Salvador I31
ESQUINA, Provincia de Corrientes
República Argentina
miércoles, 30 de noviembre de 2005
Mis Alumnos escriben...
JUNGLA
Desconocidas las calles.
Calles de apasionado ocaso,
de ingenuas risas,
de insomne albedrío.
Hoy son castigo
cuál túnel sin regreso.
Hoy, en las calles,
el ocaso es opaco.
Frondosa cortina de humo.
Hoy, en las calles.
La risa transparente es ahora
desesperado disparo.
Y el albedrío,
un recuerdo añorado.
Ángeles Rivero
1° Año Polimodal
Instituto Divino Salvador I31
ESQUINA, Provincia de Corrientes
República Argentina
Desconocidas las calles.
Calles de apasionado ocaso,
de ingenuas risas,
de insomne albedrío.
Hoy son castigo
cuál túnel sin regreso.
Hoy, en las calles,
el ocaso es opaco.
Frondosa cortina de humo.
Hoy, en las calles.
La risa transparente es ahora
desesperado disparo.
Y el albedrío,
un recuerdo añorado.
Ángeles Rivero
1° Año Polimodal
Instituto Divino Salvador I31
ESQUINA, Provincia de Corrientes
República Argentina
lunes, 28 de noviembre de 2005
laberintos
Mis pies se izaron sobre ondas espaciales.
La voz del grito se perdió en el infinito, repetida en ecos de insondable largura.
Fibras ópticas, ondas , microondas, rumores satelitales atravezaban la ignorancia informática.
A veces leve y otras tantas rotunda como el peso de mi cuerpo luché en esl mundo desconocido.
Mi triunfo es pequeño. Ínfimo. Y reiterando la primigenia idea, aquí vuelvo porque he vuelto, siempre en prueba y sin lamentos.
La voz del grito se perdió en el infinito, repetida en ecos de insondable largura.
Fibras ópticas, ondas , microondas, rumores satelitales atravezaban la ignorancia informática.
A veces leve y otras tantas rotunda como el peso de mi cuerpo luché en esl mundo desconocido.
Mi triunfo es pequeño. Ínfimo. Y reiterando la primigenia idea, aquí vuelvo porque he vuelto, siempre en prueba y sin lamentos.
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