miércoles, 3 de octubre de 2007

No te muevas por la chusma

Me hablas por teléfono y me cuentas que has descubierto la pobreza. No porque a ti te toque en la vida misma, sino porque de una vez y, ojalá fuera para siempre…(Quiero creer, pero algo se resiste dentro mío), has abierto los ojos.

Tal vez has acusado el crudo puñetazo de la lágrima omnipresente dentro de unos cientos de ranchos...Allí, donde nuestro río lame las costas ocultas entre basurales y podredumbres, y los cerdos comparten aventuras con niños de vientre como proas y palillos que sostienen su andamiaje frágil.

Ensayas la congoja y alguna que otra lágrima, para el póster que te entrone como santo protector pasajero,en tiempos de promesas previas a las horas de las urnas.

Me dices, que reniegas de tus correligionarios:..." porque hasta ahora no han hecho nada para provocar lo contrario a la tragedia cotidiana en tantos rincones de la patria". Que estás furioso. Qué no comprendes cómo… Pero que te adentras en el sistema para luchar desde sus entrañas. Que vas a hacer de la bravura, tu estandarte.

Te escuchaba con la desconfianza que hace mucho he asumido como propia, mientras recortabas tu discurso con esa tos que te caracteriza, en aumento franco porque cada vez consumes más de esos puros que te traen de Centroamérica, y que – tú lo has dicho – morirías si alguna vez, alguien te los cambiara por esos cigarritos de mierda que se fabrican en este país…¡ ESTE PAÍS!… Como si no fuera NUESTRO país… El tuyo y el mío..y el de esos nuevos ejemplares que has descubierto en los viajes de campaña, a la caza de votos a favor…

Es la medianoche bien pasada.Sigues predicándome al teléfono.Sé que te has cargado ya dos o tres buenos whisikies , y que como tienes “cultura alcohólica”, abrirás más tarde, un vino que buscarás en la cava con aire de experto, y subirás a la sala donde los consecuentes de siempre, liban de tu fortuna y aprovechan tu eterno pavoneo, para esquilmar la riqueza que alardeas y no forjaste.

Te imagino inflamado de promesas, ensayando un discurso altisonante, cargado de mentiras, mientras acaricias a tu querida de turno, y esfumas por largos momentos la aflicción de hace un instante…

No puedes con tu genio, y con la lengua que se te desanuda gracias a la perdida cuenta de las copas que bebiste, se te desmadra la costumbre de provocar la envidia con artificios materiales, y caes en la cuenta que la 4x4 que compraste hace exactamente seis meses, ya está obsoleta.Haces agua en la boca pensando cómo podrás conseguir la ultimísima provista de GPS , por supuesto, de otro modo que "no sea por derecha", haciendo uso del poder que ya cuentas de antemano…

Ha terminado tu ataque de tos y componiéndote, me dices: “te juro, hermana ,que esta pobre gente va encontrar en mí el paradigma de la honestidad y la justicia”
(-¿De dónde carajo te arrogas el derecho de llamarme hermana?... Mis padres despertarían de la tumba para volver a morirse nuevamente con sólo ver que pretendes caerme simpático con eso de hermana).

Oigo que alguien se aproxima y te habla mientras sigues tratando de convencerme que has cambiado. Que de pronto un halo angelical envuelve tu persona e impregna de pureza y beatitud cada acto que acometes.

La voz vuelve a insistir, y tú sigue allí, con el discurso; empujando en las terminales de mis oídos, tratando de imprimira fuego en algún lugar de mi cerebro.

La voz insiste elevando el tono hasta sacarte de quicio. Seguro que se te cayó el disfraz de bueno y la careta bondadosa, porque le gritaste sin delicadeza alguna:
_¡Dejáme de joder! …¿No sabés distinguir a la gente? ¡Qué te vas a poner a atender a ese negrito de morondanga! ¡Que vaya a trabajar si quiere remedios para quién sea!

Acto seguido, como si nada, carraspeaste, y retomaste tu monólogo para concederme la palabra.

-¿Me vas a votar, Diana?
- No. No te voy a votar…

De repente se escuchó perfectamente a través del teléfono como una explosión y ruido a desorden, gritos y reclamos…
- ¡Alcáncenlo! ¡Es ese negro estúpido que venía armado!
- Otra voz desconocida le decía ( parece que al que hacía rato estaba llamando la atención “al candidato”) : ¡Estúpido! ¡Vos, qué tenés que conmoverte con la chusma, tenés la culpa!...

Se percibía que desorden se hizo mayor…
-
La sirena de una ambulancia y de la policía recortaron la oscuridad de la noche.

Continué amarrada al teléfono sin comprender... comprendiendo…

Imagen: Juanito Dormido. Antonio Berni