sábado, 12 de agosto de 2006

Amor que no prosperó




Insistía su mirada azulísima en mis pupilas.
Un mensaje indescifrable despertaba mis vergüenzas.
Como un misterioso material inflamable, aún vestida, sentí mis desnudeces.
Quedé atraída de inmediato.
El hombre era fino, elegante, con aire parisino, como el que yo conocí desde la cuna.
En este país ajeno, el argentino parecía ser mi puente a su cultura. Pero era una excusa, solamente, para tenerlo cerca, y dar vuelo a mi embeleso.
Lo veía con las botas lustradas, sus calzones ceñidos, la chaqueta aterciopelada de impecable corte, y ese jabot espumoso que le enmarcaba el rostro.
Había decido aceptarle su requerimiento en el baile de esta noche en casa de aquellos devenidos en patriotas, recientemente.
Temprano llamé a Gusichina que preparara mis sales olorosas y la tina con abundante agua de rosas.
En los ranchos del fondo, las negras se afanaban por alisar mis enaguas, acondicionar el miriñaque, lustrar la seda de mis moños. Canturreaban sin miedo, porque en casa de los Álzaga se les permitía siempre que no usaran los tamboriles... Eso estaba permitido para la fiesta de San Baltazar.
Gusichina se preocupó para que su niño se afanara con mis botitas blancas recién llegadas de París. El pequeño se asombraba contando los orificios por donde pasarían los cordones de seda. Me enternecía verle su cara mocosa haciendo gala de los últimos aprendizajes que yo le daba a escondidas...Su madre, le regañaba reclamándole que se callara o que al menos contara en sordina para que no se dieran cuenta los demás.
"La niña irá al baile esta noche... y a quién le dirá que sí"? _Me decía socarrona y tierna.
Yo le había hablado entusiasta sobre el General que tenía su propio periódico y que soñaba con hacer escuelas... Y bastó para que ella, en el mercado o en la plaza Mayor, o en las tardes de lavandería a orillas del Río, hiciera las averiguaciones sobre el apuesto militar. Todo me lo contaba. Era una alcahueta simpática a quién no podía callar fácilmente.
_ "Cuídese, mi niña". Dicen que es muy galante. Demasiado. Que ejerce una gran fascinación en las mujeres. Que las embruja. "Cuídese, mi niña...".
Me divertían las advertencias de la negra. A la vez que alimentaban mi ansiedad por escucharlo, conversar con él, y saber si era cierta tanta fogosidad endilgada.... Hasta se hablaba de que el hijo del matrimonio
X (Ni me animo a nombrarlo por temor a que me corten la lengua) en realidad es hijo de la hermana de la Señora con el General...
_ Más atractivo me resultaba el hombre.
Luego de la hora del té que bebí disimulando la ansiedad que me apuraba, y de negar con suavidad y firmeza las insistencias de Felicita y María Soledad para que coma las delicias que se habían preparado en la cocina, me retiré a mis aposentos.
Allí, preparé la mezcla de vinagre de manzanas que preservaba la blancura de mi piel y ayudaba a mantener la pequeñez de mi cintura.
Sobre la cama, fui colocando con ayuda de Gusichina y Elvira, El vestido rosa de tafetán de seda, cuidando que sus vuelos no perdieran la prolijidad de la plancha. A su lado, el corset interior que pondría encima de mi faja más interior aún, y que me ayudaría a levantar y unir los senos para que asomaran deliciosos por el escote insinuante del vestido. A continuación mis calzones plenos de puntillas, con sus piernas de encajes que llegaban hasta mis rodillas. Precedidos del miriñaque de cinco círculos que aseguraría la amplitud de la pollera y las cinco enaguas con volanteras.
Casi a los pies del dosel, las medias de fina seda blanca y las botitas parisinas.
Sobre el toillete, ya había dispuesto los polvos de arroz, los polvos colorantes, la barra de color para los labios, el kohol para los ojos que mi madre había comprado en Oriente, cuando su viaje con mi padre.
El Agua de rosas, los peinetones para los bucles, el mantillón de Manila, el abanico español, y los guantes etéreos..
Tras el biombo, la negra Guasichina me esperaba al lado de la tina llena de agua tibia. Me metí en ella cubierta con mi esbozo liviano, de liencillo de lino, para no ofender a la negra que se escandalizaba cuando al principio le aparecía desnuda. El baño no era lo mismo pero las costumbres en Buenos Aires tenían rarezas que no eran convenientes desobedecerlas.
Recibía complacida la catarata de agua que volcaba del aguamanil sostenido por Elvira, mientras Guasichina refregaba sobre la tela con un cepillo de cerdas blandas, las distintas partes de mi cuerpo.
En un momento, sentí una impresión fuerte, extraña, cuando pensé en el General. Junto con el arrebol de mis mejillas que podría haberse atribuido a la refriega y al vapor, se me erizaron las puntas de mis pechos sin poder disimular.
Vi las pícaras miradas de las negras, sin malicias, divertidas.
Me acicalaron como nunca.
Me vistieron con lentitud y hablando casi groserías que no hacían más que aumentar y repetir aquélla sensación en la tina.
El espejo me devolvía la imagen elegante y provocativa de una joven de quince años.
Me sonreí feliz y excitada.
El cochero me ayudó a subir a la volanta y mis dos negras me ayudaban a colocar los vuelos de manera correcta. Viajé tensa y tiesa, riéndome para mis adentros, nerviosa.
Bajé al palacio de los Ayerza precedida por dos negros de librea; franqueé la gran portada del salón, y percibí la sustancia del silencio que causé al aparecer. Fue breve, pero perceptible. Luego, la tertulia continuó hasta que el grupo musical se acercó hasta el clavicordio dando lugar al tecladista, mientras dos violines se disponían acompañar.
El baile abrió paso a los hombre para realizar los convites a las mujeres.
A metros, en el otro extremo del salón, lo vi venir, decidido, sobresaliendo su estampa de entre los demás.
Yo disimulaba mi interés bajando la mirada y arreglando la falda.
Me sofocaba la idea de escuchar su voz.
Ya a mi lado, me tomó la mano y me la besó a la francesa: esta pieza está decididamente dedicada a mí, verdad?
No me desplomé porque mi educación pudo más. Toleré la danza. Una nada más y fingiendo un mareo, me retiré al balcón donde estaban unas amigas.
Callé. No dije nada.
Pero, qué voz de pito, General!
Así, por oírlo, es que me desilusioné del General y sus galanterías dejaron de tener atractivo.
Pero sí. Inexplicablemente, el General Belgrano sostenía una fuerte fama de galán y seductor.


El rumor que todavía vive de que Belgrano era afeminado se creo a partir de su carácter demasiado amable, sensible, fino y delicado; contando también la voz aflautada, por no decir de pito.

22 comentarios:

CILENCIO NO SE CALLA dijo...

Niña, tengo una gran duda metafísica... ¿Quién escribió esto? porque es brillante el estilo y los diálogos, donde recrean el tiempo real del relato y el clima dela época. Y hay poemas sin firma, quiero saber quienes son los culplables...
Los poemas de tus alumnos son buenos, es lindo que jovenes de esra era puro rock duro, escriban poesía. Es bueno que lo fomentes y lo publiques.
Tenemos algo en común tú eres correntina, y yo tengo una mujer correntina, ella es de Paso de los Libres .
Va un beso Cilencioso

Diana L. Caffaratti dijo...

Cilensio no se calla:
Gracias.
El 99% de lo que posteo en "siempre en prueba" es de mi autoría.
El artículo sobre Belgrano y su galanteo, también.
Vivo en Esquina desde hace 36 años.
Soy cordobesa. (Bah! Correntina, ya...aunque con el guaraní todavía no puedo.
YA coloco el link de tu blog en el mío.)

Gregorio Luri dijo...

Te devuelvo, con placer, la visita. He leído con atención tus texctos y he disfrutado con ellos. Si no te importa, pasaré por aquí con frecuencia.

bettyylavida dijo...

a mí me ha encantado esta historia de época aunque con tanto galanteo me imaginaba un final,digamos, distinto,jajaja

muchos besos dilaca

Lety Ricardez dijo...

Dilaca, he disfrutado cada frase de tu texto, qué manera de describir el atuendo, la atmósfera, la intimista y afectuosa atención de las sirvientas negras, qué manera de llevarnos de la mano a ese fin de fiesa. ¡¡Qué horror!! que desengaño, Ay mi alma romántica desfalleció ante la desilusión y estoy de acuerdo contigo bastó la voz para saber lo que ese estuche encerraba.

Besos hermosa amiga mía.
Te dejo mi abrazo agradecido por el buen momento que me regalaste.

Laura dijo...

Lindo lo que has escrito aunque respecto de Manuel Belgrano, si lo era o no poco importa. Todos olvidan o desconocen que murió en serio en la pobreza. Que un abogado no tenía porqué "ensuciarse" en una guerra de la que nada sabía y que como era un hombre religioso fue terciario dominico (por eso fue enterrado en la Basilica de Santo Domingo). Fue tan humilde que ese terrible mausoleo que hoy lo recuerda le daría rabia pues sus restos descansaban bajo una baldosa de la entrada del templo y allí permaneciò por años, hasta que una mujer reparo en el nombre de la lápida y no permitió que un hombre - comun y corriente pero que tanto había hecho por su patria- permaneciese en el olvido.
Lamentablemente lo que mas se recuerda es lo que de su sexualidad se dice, que a efectos de su grandeza, poco importa.

Diana L. Caffaratti dijo...

Especialmente para Laura:
de ningún modo este texto pretende arrojar sombras sobre las virtudes del General.
Sólo es parte de un trabajo que estoy realizando respecto de las personalidades de los hombres que trascendieron la Historia, cuando se trata del amor.
El General es por encima de todos, un hombre. Y como tal, ha amado, se ha apasionado, a tratdo de tener damas rendidas a sus pies. Bien sabemos por la misma Historia que lo eleva, de sus hijos habidos fuera del Sacramento matrimonial.
Otros poetas, como Gustavo García Saraví enaltecen sus virtudes y la Historia se ocupa de preservarlas.
Belgrano es de aquéllos hombres que tanto faltan en nuestros días por lo mismo que tú destacas.Pero que era un galán de aquéllos, tampoco se puede ocultar.
Relee el texto. Verás que más se trata de una niña asustada por la paradoja de encontrarse ante un hombre cuya voz no lo acompañaba, que de poner en ridículo al General ( relee donde las negras criadas resaltan sus bondades masculinas)

Nestor dijo...

La leyenda siempre pule los olvidables contornos de los héroes para que quepan en el inmaculado recuerdo de los libros.
De este lado del río,algunos próceres desdijeron su honor,exterminando a los indios o vendiendo la mitad del territorio de la por entonces Banda Oriental,a los brasileros.
Igual,figuran a la diestra de Artigas,como forjadores de la patria.
Tu post tiene el encanto del detalle,de las sensaciones que provoca,y de la evocación de esos dias en que América apenas gateaba en los corredores de la historia.
Gracias por visitarme.
Un gran abrazo
Nestor

PELO-PON-ESO dijo...

Hola,aqui devolviendo tu saludo con agrado, en efecto, fueron días de ensimismamiento, de entrega a mis problemas, a mil cosas que me peloponesiaron mucho, ya estoy saliendo pero mi mente como que no volaba aun de mi blog, seguire visitando el tuyo y gracias por pasar y dejar siempre palabras fraternas,
mil saludos desde Perú
Joan Manuel

Natinat dijo...

Querida Diana Laura Caffaratti, verdaderamente impresionante la cantidad de detalles que precisaba una doncella en esa época para ponerse a tono a la hora de realizar una conquista. Me encantó lo prolijo de las descripciones, muy bien estructurado e interesante el relato, una delicia que mantiene el interés de principio a fin. Nunca creí que el tiple de la voz fuera a ser tan determinante y pesara más que el porte y el talante a la hora de valorar las cualidades del galán, algo realmente curioso.

Te dejo un beso de amiga y muchas gracias Diana por tu apreciada visita. Volveré con gusto a visitarte

Natinat

Marga dijo...

Dalica, gracias por tu paso por mi cueva. Parto de vacaciones, a mi regreso nos leemos más despacio...

Saludossssssss

Erika Contreras dijo...

Dilaca
Vine a conocerte, después de tu grata visita, que espero no sea la última.
Me gustó mucho tu ultimo post, también gozo con las letras.
Es un placer pongas miblog en tus links.
un abrazo
erika

Diana L. Caffaratti dijo...

Bienvenidos a los visitantes nuevos:crónicas en hi_fi. Marga, Erika,natinat.
Bienvenidos siempre a todos.
Ya tienen un link en mi blog. Y si he pecado por omisión, por favor, RECLAMEN!

Diana L. Caffaratti dijo...

gregorio:
Pasas a integrar mis links y mi rutina de visitas.

bettyylavida:
La imaginación no me dio para un final feliz.

Letty:
La niña podría haber pasado por alto el detalle, pero se asustó...(El final del romance corre por mi cuenta)

peloponeso:
suceden a veces situaciones de "página en blanco" pero no abandones el blog, por favor!
Al fin y al cabo, somos humanos

Unknown dijo...

Dilaca...por acá devolviendo tu visita y comentario,me pareció genial este post y me comprometo a leer los anteriores...importante la voz,derrumbo tu imágen del general,bueno muy bueno.

Un fuerte abrazo :)

Diana L. Caffaratti dijo...

c.bryant:
Bienvenido.
Gracias. Te tomo la palabra... A leer entonces. Encontrarás de todo un poco en este lugar.

José Antonio Galloso dijo...

Prosa limpia que no nos permite detenernos. Lo disfruté mucho. Saludos

Diana L. Caffaratti dijo...

josé antonio galloso:
Me alegra producir disfrute de lo que escribo.
Gracias

hack de man dijo...

Qué pasada! Qué control de todos los detalles! Estaba en los aposentos...

Y perdón que me ría... jajaja... pero me ha hecho mucha gracia el final.

Es una lástima, pero sí, a veces detalles a priori sin importancia son los que luego nos tiran para atrás...

Qué lástima! Pobre General... lo que se ha perdido... ;-)

Clarice Baricco dijo...

Me gusta..me gusta como me acercas a la historia y son tus letras las que enganchan a que uno quiere más y más.

Me dejas pensando como va a ser tu siguiente escrito...uff

Otra vez gracias.

Te abrazo

Anónimo dijo...

Genial! Esto... los amigos que esperas cosechar, ¿forzosamente han de ser inteligentes?

Anónimo dijo...

Entre Alejo y Gabriel.
Mis respetos.
Mi admiración.
Y este aplauso.
(¿puedo añadir un beso?)