martes, 6 de junio de 2006

LOS PRIMEROS


Los primeros
A las siete de la mañana - temprano para este pueblo de perezas estivales-; temprano para
las disposiciones municpales; temprano para las trasnochadores-,comienzan los barrenderos
su tarea.
En las esquinas despliegan sus elementos de limpieza: Pala, escobas de esparto, rastrillo, y
un gran recipiente montado sobre una plataforma con ruedas.
Se saludan a viva voz, se hacen chanzas, alguno apura el primer cigarro del día. Protocolos
de rutina.
Apoyado sobre el mango de la escoba, el que parece tener el mando, otea las cuadras
del pavimento, y comienza a dar las órdenes, seguro de su estrategia.
Una lentitud se manifiesta en la voluntad de los obreros.
Arrastran en vaivén las escobas, sin gran esfuerzo: una pasada sobre la calle, y en el aire,
cuando regresa. Danza , danza, la escoba y su dueño.
Xhac,shhhhhhh, chac, shhhhhhh, las escobas. Y el hombre que la abraza la conduce por
la polvorienta pista, siempre hacia adelante.
Detrás, otro hombre retira con un escobillón muy ancho, el basural hacia los bordes.
A diestra y siniestra construye una cordillera blanda a lo largo del recorrido .
Se topa con un automóvil estacionado que le sirve de excusa para detenerse un rato.
Toma posición de descanso: un pie afirmado con mayor fuerza, el cuerpo algo incli-
nado, relaja su cintura, y con el dorso de su mano retira las gotitas de sudor que han
asomado en su frente.Mira al cielo, (más que por un mecánico gesto que en actitud
de rezo),se retira su boina y vuelve a secar su frente, esta vez con el antebrazo. Ca-
rraspea, una, dos , tres veces, hace rodar estruendosamente en su garganta el líqui-
do viscozo , lo acumula en el interior de su boca y luego lo arroja fuera de sí en una
magnífica escupida. Se rasca el traste con cierto disimulo,y acomoda la cintura del
pantalón para , parece, continuar con la tarea.
Vuelve el escobillón a realizar su danza, distinta del de la escoba pués el ímpetu de
su fuerza parte del centro que comanda el obrero haciéndole dar enérgicos avances
siempre hacia el cordón de la vereda. De frente al cordón, desde el medio de la
calle, en posición, avance, paso largo, paso cortito, dos picaditas, y de vuelta al
centro, por esa cinta gris interminable.
Ha dejado montoncitos como un bordado, alrededor del coche estacionado.
Chac, shhhhh, chac, shhhhhhhh, allá adelante.
Más atrás,el otro ritmo del escobillón precede al músico del fondo que produce
un complejo sonido entre el rodar de la plataforma, el vibrar del recipiente me-
tálico y las pausas periódicas que preparan la onomatopeya áspera de la pala que
recoge los montículos, se alza amenazante, y vuelca el contenido en la boca negra
de la lata.
Los hombres actúan de memoria. Sin pasión y sin pausa.
Así su rutina, hasta las tres de la tarde.Iinvierno y verano.Siempre lo mismo: simpre la
pobre mesa, siempre los cortos sueños, siempre una calle larga por delante,
para dejarse ir en su pobreza hasta cuando Dios quiera.

13 comentarios:

Héctor Jorquera dijo...

Salto de la cama hoy no hay sol,
lavo mis dos dientes limpio estoy,
me acerco a la mesa con temor,
quizás el pan no aparezca hoy.
Salgo hacia la calle y mi overol,
cansado de luchar contra el reloj,
se ha ido destiñendo en mi interior,
amarillo color de infeliz.
Los otros vendrán en un camión
juntos como reses de ocasión.
Sintiéndose reses como yo,
soportando la burla del sol,
con las manos en el azadón.
Lo que gano alcanza para el pie,
de un sueño que yo no inventé,
soy el que embellece la ciudad,
y no puedo ni ganarme el pan.
De una estatua froto la nariz,
me pregunta: "Eres tu feliz",
te digo que deje este jardín,
véngase a mi casa a vivir,
venga con mi gente a compartir
Por qué se demora este camión,
por qué tarda tanto mi quintal,
tal vez tenga que quedarme aquí,
parado sin pan ni porvenir.
Mínima es mi vida y mi razón,
Mínima es mi suerte y mi valor,
Mínima es mi paga y mi perdón,
Mínima la voz de mi oración,
Mínima mi casa de cartón,
Mínimo mi empleo en el horror.

recorde esta cancion que tantas veces cante en mi sur...abrazos

Diana L. Caffaratti dijo...

Héctor:
No conocía esta canción. Quién es el autor? y el compositor?
Me ha gustado mucho.
Los artistas, creo, tienen no solo el arte por el arte mismo, sino la obligación de hacer oír la voz de los que no pueden.
Hermoso!
Gracias!

yole dijo...

Agradecido quedo por tus letras en mi espejo...
Me entusiasma tu descripción de esa danza de escobas, sí.
Besos desde acá.

Lety Ricardez dijo...

Todo el encanto de lo cotidiano plasmado en tu post.
Me hiciste recordar mi salida de alguna fiesta allá en la lejana juventud y los barrenderos iniciando sus labores en la plaza principal de Oaxaca.
O esas mañanas en que no concibo el sueño y sentada ante mi computadora, alcanzo a escucharles a través de la ventana,
Distintas ciudades, sucesos similares,

Un abrazo para tí querida Dilaca

Anónimo dijo...

Todas las mañanas voy a casa de mi papá y me encuentro a los que barren las calles, en esta zona son mujeres. Lo que más me sorprende es que siempre están de buen humor, eso es muy lindo.

Un lindo post, Dilaca.

Noa- dijo...

Los pequeños detalles, la cotidianidad de la vida plasmada en letras.

Saludos

verde oscuridad dijo...

Uno de los tantos dueños de la madrugada. Lo disfruté mucho.

hack de man dijo...

He pensado en esos bocadillos compartidos con los barrenderos en los bares que abren a partir de las seis de la mañana, concretamente el bar de al lado de La Vanguardia, un diario español que se edita en Barcelona. Nosotros volviendo de fiesta y ellos haciendo el primer café del día para empezar.

CEL dijo...

Y al ritmo de las escobas, cuando el día nos da sus primeras luces estos hombres y mujeres hace su tarea alegremente y con buen humor, tendriamos que aprenden.

Un saludo

UMA dijo...

Dilaca:
Bella forma de acercarnos a tus calles, a ese ambiente matinal que siempre invita, con esa tristeza impresa en las miradas de las cloacas.
Un beso enorme
-un placer visitarte, ya te recorro-

alasdemariposa dijo...

¿puedes volver a mi morada? Una pregunta surge

bettyylavida dijo...

maestra, jamás se me hubiera ocurrido relatar la limpieza de una calle con tanto arte, yo me quito el sombrero dilaca, me lo quito de verdad

gracias por estar ahí, y un besazo desde málaga

Mariel Ramírez Barrios dijo...

Querida Dilaca:es un placer leerte de nuevo aquí.Gracias por hacer visible lo invisible.Me detendré,seguro,ante el próximo barrendero que vea limpiando las calles para mí.