Mis pies se izaron sobre ondas espaciales.
La voz del grito se perdió en el infinito, repetida en ecos de insondable largura.
Fibras ópticas, ondas , microondas, rumores satelitales atravezaban la ignorancia informática.
A veces leve y otras tantas rotunda como el peso de mi cuerpo luché en esl mundo desconocido.
Mi triunfo es pequeño. Ínfimo. Y reiterando la primigenia idea, aquí vuelvo porque he vuelto, siempre en prueba y sin lamentos.